Monday, November 17, 2008

Comentario sobre "¿Cuál verdad?" de Beatriz Medina Araújo: Educación y sujeto

Federico Pous (University of Michigan)

La lectura de este ensayo indica dos cuestiones fundamentales para la consideración de la verdad. Por un lado, nos advierte de la importancia de registrar nuestro conocimiento sobre un sustrato histórico. Por el otro, instala la problemática del sujeto, de su teoría y su reconocimiento, en el centro de la disputa. Historia y subjetividad. Esa sería, a mi entender, la verdad de la propuesta de enseñanza-aprendizaje que sostiene este ensayo.
En ese marco quisiera destacar dos cuestiones que permiten tejer, por un lado, la verdad a su impronta ontológica; y por el otro, la verdad a su potencial aprendizaje como transmisión de saber. Quizá el pensamiento que daría el tejido final del trabajo estaría regulado por las agujas de la distancia: “alejarnos del aprendizaje de una verdad transmisible, para acercarnos a un saber-verdad que es en el ser del lenguaje.”

Resulta muy enriquecedor pensar la relación que se puede establecer entre Lacan y Heidegger por un lado, y Lacan y Badiou por el otro. Sobre todo teniendo en cuenta que este último plantea un proyecto filosófico que, desde sus premisas, arguye ubicarse en las antípodas de aquel propuesto por el pensador alemán. Si podemos destacar las diferencias entre el concepto de l’ evenement en Badiou y el de Ereignis en Heidegger podríamos rearticular el pensamiento de la falta. Brevemente, para el primero, el acontecimiento está inscripto en la situación y hace su aparición en el sitio de la misma. Para el segundo, en cambio, el acontecimiento ocurre en el acercamiento al ser, en tanto el ser es en el lenguaje. La nada o el vacío es para Badiou lo único que es. En cambio, para Heidegger, el lenguaje es la morada del ser ante la nada. Si aceptamos esta diferencia -muy pobremente demarcada aquí- podríamos preguntarle a los textos de Lacan sobre el estatuto de la falta como esencia del sujeto. ¿Es posible establecer un diálogo entre estas dos posturas? ¿Es acaso deseable? ¿Podríamos pensar a Lacan como el punto de retorno donde estas propuestas pueden aproximarse a poner en duda sus propios supuestos?  

Por último, aceptando que “[e]xiste un saber-significante-verdad que atrapa al sujeto” nos vemos tentados a pensar la potencialidad del deseo a través de la filigrana de Freud-Lacan-Deleuze. Sobre todo si pensamos nuestras practicas educativas cotidianas como filtraciones o líneas de fuga insertos en los modos de ser y hacer de la enseñanza occidental contemporánea. En esta dialéctica que nos enrolla en sus recovecos me parece muy relevante resaltar la fuerza de la intuición como autoafirmación colectiva de nuestro ser. Quizá sea esa una reformulación posible de los caminos del retorno del saber a su deseo. .

Commentary to Matthew Pfaff´s “Alterity, Truth, and Comparative Literature”
Andreea Marinescu (University of Michigan)


The essay “Alterity, Truth and Comparative Literature at the Threshold of an Era” is an unabashed attack on what the author deems as “a harmful tendency to emphasize absolute particularism and relativism” from the part of thinkers of the concept of alterity in Continental philosophy and postcolonial studies. The author seeks to trace a “lineage of alterity” from Husserl to Lévinas to Derrida to Spivak in order to show how the emphasis on difference keeps us away from some paradigm of universality, which she deems necessary for the study of literature. In lieu of this the author argues for (a return to?) universalist concepts of truth and beauty; she sees Alain Badiou’s thought as a promising avenue to accomplishing that goal.
The author blames the “relativist tendency” of the humanities for their increased alienation within the university and for the students’ preference for the sciences (which seem to conserve an absolute idea of the beauty of nature or numbers). This particular type of accusation seems unfounded for me, since it strikes me more as a case of “blaming the victim” and does not engage with other possible reasons for the (precarious?) state of the humanities within a university that functions more and more like a corporation. Nonetheless, I think that the essay could be a fruitful starting point for a debate, not on why the humanities is losing ground to the sciences or, for that matter, the business school, but rather for a closer look at deconstruction’s alleged pernicious relativism and the possible consequences of Badiou’s universalist thought. I guess I am still waiting to be convinced on how is it that issues as fundamental as justice and the responsibility before a singular other can be dismissed as being “relative”… and how is it that an emphasis on non-negotiable idealist notions of beauty is supposed to save the humanities from perishing?

Comentario a “En cada paso la realidad de la meta: Un legado de nuestros abuelos anarquistas,” de Mauro Marchese Devincenzi

Marcelino Viera (University of Michigan)

Mauro Marchese nos propone reflexionar en torno al/los cuerpo/s y su relación con la palabra. El significante que habitaba en aquellos cuerpos de los anarquistas de fines del siglo XIX y principios de siglo XX en Argentina (¿Uruguay?), oficia de resistencia a la alienación del O/otro (con mayúscula y minúscula, es decir sea esta representada en el Estado o en el hombre vestido de azul que podría vivir en la esquina de cada barrio), se constituye en una metáfora de la autoenunciación, o como lo llama él de “autodignificación”.
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Este trabajo que Mauro nos presenta me hace reflexionar sobre el cuerpo, en palabras psicoanlíticas, en lo Real de este. ¿Dónde va a parar el cuerpo en tanto que cuerpo, ese… al que Freud sexualizó y que Mauro lo carga de Significante? Propongo reflexionar en estas líneas sobre un cuerpo negado (no en el sentido hegeliano) a su propio carácter de inmanente. Y a su vez, como metáfora de la escritura, una letra negada en su inmanencia también.

Los tres registros lacaneanos son una maquinaria en movimiento que tienen el carácter de tal (lacaneano), ya que respetan la lógica que los sustenta. Los registros que Lacan aportó al pensamiento están supeditados uno a los otros. Uno sin el otro no puede ser, ya que de hacerlo ek-siste al pensamiento lacaneano.

La propuesta de Mauro encierra este ek-sistir en la inauguración de algo más: una interpretación que da a los anarquistas una auto[s]ignificación. Convirtiéndose el mismo paper en la lógica de la ek-sistencia del orden lacaneano que trae a colación la presencia de la ausencia insistente, y que a mí me gustaría resaltar en su trabajo, en tanto este es letra. Ha de convertirse su trabajo, entonces, en metáfora de un cuerpo sin vestimentas.

Un cuerpo puede resistir a la abrumadora presencia del Otro en las condiciones más abyectas (al igual que un texto literario se ofrece a las más violentas interpretaciones de los críticos literarios). Esta resistencia, según nos plantea Mauro, es desde aquellos Significantes que, tal vez en un acto de amor, fueron cedidos en la violencia inaugural, primitiva, y ya olvidada pero presente y actuante. Al igual que el autor que inaugura su texto en un acto primitivo, se hace un autor olvidado, no existente pero presente y actuante.

“Por la causa” decían los revolucionarios de antaño para darse valor en la lucha. Es decir que al final de la lucha (una vez acabada la lucha) la “causa” se re-encontraría con su fin/meta, por lo que el objeto de su causa no esta atrás de ellos sino que ya está pronto adelante en el horizonte de la lucha. La “autosignificación” es la causa que mantiene la promesa viva; es una lucha, aunque perdida ya, prometedora de libertad. Lo mismo ha sucedido con la relación lector-escritor. Muchas veces nos enfrentamos a comentarios tales como: “el texto es una conexión entre el pasado y el futuro donde el lector y escritor llegan a una ‘comunión’”. Escritor y lector llegan a un final juntos, de encuentro y por ende de totalidad.

Pero no obstante esta violencia no es el cuerpo, ni el texto, sino la cicatriz abierta en él. El intrigante cuerpo de uno, del otro, no es ese del Significante gravado a fuego en la piel. Sino es el cuerpo de las pulsiones, de los placeres y dis-placeres, de la carne doliente, suave y sensual. La cicatriz abierta es la entrada a ese cuerpo desde un orden que establece la materialidad del significante y que actúa de resistencia y a su vez de empuje. Si existe un Significante que puede herir es porque hay cuerpo al que herir, hay un cuerpo desnudo de cuerpo, desnudo de todo significante, un cuerpo desanudado “already” para ser anudado a un imaginario y simbólico. Si hay un texto que escribir es justamente porque hay una materialidad desnuda de significantes e imágenes que impone su escritura.

Desde la propuesta de Mauro me permito reflexionar sobre nuestra práctica intelectual, cotidiana, que nos inunda de palabras sin anclajes ya que los significantes en su propia materialidad ganan el reino del pensamiento como también el de una acción supeditada a ellos (de ahí los famosos “speech acts” de Austin como ejemplo). Aplazan en su largo dilatar del tiempo, a la práctica misma para actuar performativamente (tal vez, actuar performativamente la práctica sea la práctica, por lo que de ser así deberíamos dejar de hablar de la práctica y brindarle el carácter de seriedad que merece y no resaltar su rostro bufonesco…). Los actos del habla que trastoquen, que desplacen y desarticulen una política administrativa de los medios de producción, son también parte del carácter performativo que aleja a los individuos de su compromiso con su deseo. Ya que el deseo, tal como lo entendemos en psicoanálisis, no puede definirse sino a partir de una ley, de un límite que suspende su satisfacción en algo más allá, pero más acá en el cuerpo. No niego el carácter potencial de la materialidad del significante, de la musicalidad que él desprende, pero una nota no es sino en relación al silencio, a un tiempo que el artista lee desde otra dimensión (la de lo in-imaginado y in-nombrado): la del amor.

Es cierto que este reflexionar traza una línea de distinción delicada con los latinoamericanistas que han hecho del campo un campo de pensamiento. Gracias a ellos hoy podemos abordar a ese significante “Latinoamérica” desde nuestro cuerpo que no deja de no escribir. Y como Mauro nos ha mostrado, siempre lo hace desde las marcas, desde las herida… mas yo quisiera agregar: desde las heridas en un cuerpo in-imaginable, in-nombrable y ek-sistente.

Comentario a “Del amur y la verité en la enseñanza,” de Ana María Fernández: ¿Preocuparse menos de que todo encaje de un modo temperado?

Ofelia Ros (University of Michigan)

Una de los requisitos de la escritura académica es la investigación exhaustiva del tema, mediante la cual se desarrolla el argumento y se justifica la idea central del ensayo. Asimismo, es aconsejable que la idea central se articule de alguna manera con el contexto socio histórico del texto literario, cinematográfico o cultural que aborda, y de ser necesario informe cómo se posiciona el autor del mismo en este contexto. Estos requisitos del trabajo intelectual, particularmente refiriéndome a los estudios latinoamericanistas en la academia norteamericana, se constituyen y a su vez constituyen la tendencia tan humana a que todo encaje temperadamente. ¿Cómo influye la normativa de estos requisitos en el momento de enseñar, de transmitir nuestra producción intelectual a nuestros estudiantes?

El trabajo de Fernández suscita una irrupción en nuestra forma de pensarnos en relación a nuestra práctica educativa –gran parte de nuestra labor académica. Las palabras espiritualidad, amor y verdad, marcan un exceso entorno a los requisitos académicos para la producción intelectual. Refiriendo a Foucault Fernández articula la espiritualidad con la búsqueda, las prácticas, las experiencias por medio de las cuales el sujeto se modifica para tener acceso a la verdad. Se trata de pasar por otro para producir una verdadera conversión, del estado de no-sujeto al de sujeto. Esta relación con otro fundada en el deseo de saber nos introduce en el terreno del amor. “No hay originariamente ninguna separación infranqueable entre amar y enseñar.” Citando a Lacan, Fernández sostiene que “El amante va a buscar en el amado algo que darle, ambos convergerán en el punto de encuentro del discurso, se trata de un intercambio: la aretí, por un lado y por otro lado una ganancia en el sentido de la educación y, generalmente del saber, la paidea y la sofía.” Sin embargo, “no se es sujeto del amor, se es ordinariamente, normalmente su víctima.” Asimismo, la autora señala haciendo referencia al juego de la morra, que el amor se trata de un puro acontecimiento de encuentro, que se da en el buen momento en que cae el número que habría de acertarse sin saberlo por anticipado. Momento en el que por azar “el amor grita sin saberlo el número que cae justamente en la adición de dos saberes inconcientes.” ¿Cómo lidiar en la práctica educativa con la tendencia a que todo encaje de un modo atemperado en la producción intelectual? ¿Qué lugar resta en la misma para un puro acontecimiento de encuentro, para el amor?

En consonancia con la propuesta de Fernández, Brett Levinson, panelistas en la Conferencia sobre Postliteratura de la Universidad de Michigan, en entrevista con los miembros del grupo editorial de la revista Tiresias, sostiene que no puede darnos una respuesta a nuestra pregunta: “¿Cómo podemos pensar hoy, desde nuestra práctica cotidiana, un proyecto intelectual y cómo esto se podría ligar a una práctica política?” Para explicarse reformula nuestra pregunta en las siguientes palabras: “Lo que nos estas preguntando se puede proponer así: ‘¿Cómo me enamoro?’, ‘how do I fall in love?’ Y hay una respuesta fácil, encuentras encuentros, encuentras encuentros, porque amor aquí simplemente es libertad. There’s no manual of instructions for your freedom, we can’t give you your freedom. We don’t know how to give you your freedom. There’s no manual of instructions for you to fall in love. Except, keep finding encounters. Is as simple as that. Would that leads to love? We do know, but is probable a condition of possibility (…) And encounters are very weird, very weird, even the encounter of Borges and some other figure, is very weirdly done in the way it is an actual encounter (…) I don’t think is any difference from what you doing with literature, you are opening to encounters.

¿Qué práctica de enseñanza puede ser fiel a esta concepción del trabajo intelectual? Fernández, propone que en la enseñanza lacaniana, los neologismos hacen su estilo de transmisión, donde sumados al chiste, la poesía, y a otras formaciones de lenguaje como la matemática, tienen la misma perspectiva de abrir a un real a través de su metalenguaje. Estas formaciones de lenguaje brindan la posibilidad de hablar del lenguaje en otra lengua, aún sabiendo que no hay metalenguaje, sino, un embrión de metalenguaje, que se derrapa siempre por no poder dejar de ser una lengua más en la serie de lenguas encarnadas. En suma, los neologismos, el chiste, la poesía al igual que las matemáticas constituyen un metalenguaje que apunta el equívoco en que cada uno se distingue abierto a la singularidad de un encuentro. He aquí una alternativa para “evocar la falta que constituye todo el valor de la propia obra figurativa”, lo que “sería alcanzar el efecto propio de lo que es precisamente una enseñanza.”

We Are Still Lying and Other Truths: Second Issue Commentaries

Monday, January 14, 2008

Commentary to Brent Calderwood’s Vice and Consent: The Question of Rape in Hardy’s Tess of the d’Urbervilles

Maxime Forester (University of Michigan)

Tess of the d’Ubervilles, comme tant d’autres romans victoriens par ailleurs, pose crûment la question de la violence sexuelle dans un contexte où la politique des affects diffère radicalement de celui que connaît aujourd’hui l’Amérique de Nord après les avancées du féminisme anti-sexe dans les années 70 et 80. Le présent article esquisse la problématique inhérente à ce qui pourrait être une épistémologie du viol mise en branle dans le chef d’œuvre de Thomas Hardy. Entre dogmatisme et aporie, la question du viol butte sur une approche constructiviste des pratiques sexuelles qui interdit de calquer sur la société victorienne les critères que nous appliquons dans la société nord-américaine contemporaine. Il en serait de même, par exemple, pour Les confessions de Lady Nijo, récit médiéval japonais dans lequel une courtisane met en scène son dépucelage par l’Empereur alors qu’elle était à peine pubère. Textes, contextes, prétextes, autant de paramètres qui brouillent l’appréciation éthique d’une esthétique de la violence sexuelle. Sans compter, mais c’est ici ouvrir un autre chantier qui nous renvoie cependant à la notion de consentement, qu’il faudrait aussi interroger la littérature SM sur la théâtralisation de la violence et la cartographie d’un corps en proie à la souffrance érogène. On aura compris, à la lecture de cet article, qu’utiliser le féminisme anti-sexe d’une Dworkin ou d’une MacKinnon comme seule grille de lecture plomberait l’exégèse de la plupart des textes où il est question de violence sexuelle. Les écrits notamment de Gayle Rubin, Pat Califia et Dorothy Alison ont permis de donner au féminisme pro-sexe la possibilité d’aérer et enrichir considérablement la critique littéraire de la sexualité en général et du viol en particulier.

Commentary on David Gregory’s The Righteous Empire: An Imposition to the Other in Why We fight? and Syriana

Christian Kroll (University of Michigan)

In The Righteous Empire: An Imposition to the Other in Why We fight? and Syriana, David Gregory analyzes how the documentary Why We Fight and the movie Syriana question the American government´s “discourse of homogeny and equality […] that does not and cannot permit dissidence.” He claims that both films expose how this discourse is manufactured as well as what he considers to be the real reasons behind the ongoing war in Iraq, namely, securing resources (oil) and feeding the military-industrial complex that sustains economic development in order to perpetuate the American way of life. Moreover, and even though this discourse has been present throughout the twentieth-century, Gregory asserts that its intensity and self-referentiality have perilously increased in the aftermath of 9/11. As a result, ideals or concepts such as “freedom” and “democracy” are used only rhetorically to achieve a unilateral and artificially created consensus regarding the necessity of the ongoing “war on terror,” a consensus that disguises the American self-proclaimed “right” to police the world and the “real” concrete reasons behind the war. As Gregory states it, “to be free becomes a mirage, an excuse to follow and to create a false consent.” This unilateral consensus was succinctly expressed by President Bush in his famous reenactment of Carl Schmitt’s reduction of the political to the distinction between friends and enemies: “You are either with us or against us.” Of course, who gets to be considered as friend and who as enemy is always defined a priori and therefore becomes an intrinsic and determinant component of the manufacturing of unilateral consensus.
Gregory’s analysis of the way the war was justified and the possibility of art to create and express dissent is a necessary one, but his paper also posits important questions for our convoluted times: What is the role of the people when the state and the government that supposedly represents them deems its opinion and political participation as inconvenient and unnecessary? Is it still possible under such circumstances to talk about “democracy” or must we accept the ineffability of those in power and the validity of their imposed consensus? Moreover, is consensus possible at all, or is it the disguised imposition of the will of the most powerful and therefore always manufactured and artificially created?
As such, Gregory’s paper works not only as a starting point to discuss the “discourse of homogeny and equality […] that does not and cannot permit dissidence,” but also as a wakening call to those living under the shadow of a unilateral and artificially created consensus that conceals the ongoing state of emergency in which we live.